Juan Bosch hablo del PRD como un renovador Tras regresar de Europa Bosch llegó a Ocoa y comparó al PRD con un automotor




Pocos días después del regreso de Juan Bosch al país en la primavera de 1970, el entonces presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) visitó San José de Ocoa.


Inexplicablemente Bosch salió del país el 26 de noviembre de 1966, solo unos meses después de que perdiera las elecciones de junio frente a Joaquín Balaguer y con el país aun ocupado por las tropas de Estados Unidos bajo el manto de la hoy difunta Organización de Estados Americanos (OEA).


Su visita a Ocoa debió ser en abril de 1970 y fue esperado por una multitud de perredeístas de todas las edades que se congregó en torno a la casa de mi primo Félix Nicolás Sánchez Ciprián, en la calle San José, frente al parque Libertad. Esa casa, según me contó mi madre, había estado el cuartel de la Policía Nacional y posteriormente fue local del PRD.


Cuando Bosch penetró al interior de la vivienda, que ya no era local del PRD sino la residencia de Nicolás Sánchez, su esposa Leito Féliz y sus hijos, ya yo estaba dentro junto a Pololo Arias, aquel vendedor de cortes de tela para pantalón quien con su amplio bigote y su voz grave le dio un saludo afectuoso al “profesor”.


Pololo tenía en sus manos una fotografía de Bosch mucho más joven, con un cigarrillo Cremas en sus labios. Cuando elevó aquel retrato enmarcado en más o menos un tamaño de seis pulgadas por nueve en señal de que lo seguía desde hacía tiempo, el líder del PRD reaccionó diciendo: “Ahí yo estaba jovencito. Ya yo no fumo”.


Bosch avanzó en el amplio patio de la residencia de madera y zinc saludando a todos los que estaban ahí. Cuando estaba frente a mí y a Pololo, lo escuché preguntar.


“¿Este es el local del partido (PRD)?” a lo que Nicolás le respondió: “No profesor, el local está en otro lugar”.


Recuerdo como ahora que Bosch llevaba unos zapatos negros brillantes que tan pronto entraron en el patio recogieron un poco de lodo porque el día anterior estuvo lloviendo y con tanta gente chapaleando ahí, fue imposible controlarlo.


Tan pronto se enteró que el local del PRD estaba en la calle Andrés Pimentel esquina Imbert, pidió ir hacia aquel para hablar a la multitud que no cabía ya en la casa y que llenaba la calle.


La sede municipal del PRD pronto estuvo desbordada por todos sus alrededores de miles de personas que querían ver a Bosch casi cuatro años después de su salida del país.


Pocos ocoeños fueron a su recibimiento multitudinario y sangriento el día de su regreso al país semanas antes, entre ellos mi hermano Leónidas y mi cuñado Luis Lara, por lo que Ocoa se desbordó detrás del líder del PRD.


En el frente del local que era propiedad de la familia Montilla fue preparada una tarima a la que subió Bosch y de inmediato, sin ninguna presentación previa, inició un discurso que recuerdo como si fuera ahora por lo didáctico, aunque carente de la más mínima idea táctica sobre las elecciones que se celebrarían pocas semanas después, el 16 de mayo, que se convertirían en la primera reelección de Balaguer.


Bosch se empeñó en decir que el PRD era un todo armónico donde cada organismo hacía su trabajo para producir una fuerza incontenible.


Ahí Bosch comparó al PRD con el motor de un vehículo y de inmediato describió sus componentes: Bujías, pistones, eje de leva, piñones, manivelas, cilindros, culata, cigüeñal y luego sus accesorios, como el motor de arranque, batería, múltiple de admisión, múltiple de escape, entre otras partes.


Ocupó unos 30 minutos para desarrollar esa alegoría en la que dijo que la maquinaria que permitía mover un camión era similar a la organización que tenía el PRD, lo que –a su juicio- garantizaba al pueblo dominicano movilizarse sin decir para qué.


De las elecciones de ese año nada dijo y como sabemos, su regreso al país supuso un corte radical con el coqueteo que mantenía José Francisco Peña Gómez, secretario general del PRD, con el ex contralmirante Luis Homero Lajara Burgos, quien con unos encendidos discursos por “Tribuna Democrática”, a través de Radio Comercial, se perfilaba como el candidato presidencial que opondría el partido blanco a la repostulación de Balaguer.


Ahí y en otros escenarios, Bosch dejó bien en claro que el PRD no estaba ni mínimamente interesado en participar en las elecciones, porque a su juicio Balaguer se mantendría en el poder mientras viviera.


Cuando salí junto a mis amigos hacia el sector Pueblo Abajo, donde vivíamos, entre ellos Juan Bautista Arias (Tita), les dije que Bosch era un político que no hablaba de política, que no nos orientó sobre la situación nacional y se limitó a hacer una apología de la gran organización que era el PRD.


Ese discurso fue recordado por perredeístas y otras personas presentes como una pieza en la que Bosch “desarmó y luego volvió a amar un motor de vehículo”. Los mecánicos estaban maravillados y los campesinos radicales que allí estaban luego de viajar horas a lomo de mulas o en jeep volvieron a sus campos sin nada en la faltriquera para decir a sus compañeros.


Días después, a mis 14 años, le dije al primo Nicolás que ellos estaban perdidos porque su líder no tenía posición sobre las elecciones y tampoco dio a entender que quería preparar una revolución, que todos suponíamos era la lucha armada en todos los pueblos, no solo en la capital como en 1965.


El tiempo, el implacable, diría que Bosch no prepararía ninguna revolución y que tras abandonar a su partido en diciembre de 1973, a nombre del izquierdismo y luego hasta del marxismo, fundaría el PLD más como un club de jóvenes y profesionales que una fuerza militante de las masas dispuestas a hacer revolución.


Concibió al PLD como un partido de cuadros integrado por su criticada pequeña burguesía en todas sus capas, un periódico que llamó Vanguardia del Pueblo, una estructura vertical, y dedicado en sus primeros años a estudiar los folletos que había escrito años antes para los militantes del PRD que quería separar de sus veleidades izquierdistas.


Aunque era un partido de jóvenes, extrañamente Bosch ordenó disolver la Fuerza Estudiantil de Liberación (FEL) que había organizado el PLD en la UASD luego de perder la franquicia del Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD) que quedó en manos del PRD. El principal dirigente del FEL era el hoy ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, y luego fue Juan Francisco Santamaría (ya fallecido), dos jóvenes que durante toda su trayectoria política demostraron una honestidad a toda prueba.


Aunque en 1966 yo quería que Bosch ganara las elecciones frente a Balaguer, que decía ser la paz, tras conocerlo personalmente no logró motivar en mí una adhesión a su partido ni a sus “ideas”, porque me pareció divagante y sin un propósito claro.


Mi decepción era grande porque recordaba cuando mi madre Dolores (Solo Cristo salva) y yo fuimos donde mi tía Sofía Ciprián, la esposa de Marino Báez, el 27 de febrero de 1963 para escuchar por un receptor de radio RCA Victor, el discurso de toma de posesión de Bosch donde aseguró al país que nadie pagaría más de 12 centavos (dije centavos, no pesos) por una libra de arroz. Esa fue la única parte del discurso que entendí a mis escasos seis años, y obviamente la que más me interesó, porque si el arroz estaba a ese precio en un momento de tanta miseria en el país, yo no iba a dejar de recibir “las tres calientes” proporcionadas por mis padres.


@FelipeCiprianp

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